domingo, 23 de octubre de 2016

Con una sonrisa esta la saludaba con una correcta venia y empezaba a girar lentamente, mostrando un cuerpo formado por una hora de gimnasia diaria de lunes a viernes, deportes los sàbados y masajes los domingos. Pero era la actitud de ellas lo que las dejaba sin aliento. Les coqueteaban, igual que una mujer coquetea con un hombre. Su sonrisa subìa hasta la mirada, indicàndoles que estaban disponibles para ellas. En la Europa de principios del siglo XX, esto era algo casi inconcebible, por lo que para ellas el sentirse blanco de esto por primera vez fue una experiencia inolvidable y deliciosa, terriblemente deliciosa. Muchas tuvieron que hacer la pasada por segunda o tercera vez para atreverse a hablar con una de las chicas. Allì se toparon con educadas jovencitas que hablaban francès, inglès o alemàn, a veces dos de los tres y a veces los tres. Pudieron por primera vez decirle a otra mujer que era bella y escuchar con asombro sinceridad al devolverseles el cumplido. Estas jòvenes habìan sido educadas para verlas a ellas como parejas de vida, asì que se comportaban con ellas como cualquier pretendiente se comportarìa.

En la cuarta y ùltima pasada, despuès de algunos corteses “le contestarè” o “me halaga tanto, pero, puedo pensarlo”, las 24 jòvenes de la primera generaciòn estaban todas emparejadas, todas habìan escogida a una tutora. Las 24 rechazadas casi forman un motìn cuando fueron notificadas que deberìan esperar todo un año, pero al final aceptaron el hecho. Se les advirtiò que mientras màs generosa sea su contribuciòn voluntaria mayor serìa sus posibilidades. Aunque màs de una se fue refunfuñando y una de las rechazadas intentò retar a duelo a la que le habìa “arrebatado” a su flor, todas ellas se dieron cuenta del imnenso beneficio que una instituciòn como esta harìa a sus vidas, por lo que cada una de ella estarìa dispuesta en un futuro a colaborar y ayudar.

Lo primero era el hermetismo. Con el prestigio que la Princesa tenìa, fue fàcil reunir a todas las asistentes al històrico acontecimiento y formando una especie de Logia, se les hizo jurar absoluto silencio. La masonerìa era una instituciòn prestigiosa en esa època, asì que todas aceptaron unirse y aceptar las reglas que tendrìan que respetar para tener acceso al Internado. Asì, cuando nuestra querìdisima Dama muriò en l.912, las tres instituciones en que se basarìa esta comunidad ya estaban formadas: la logia, que reunìa a todas las donantes; el consejo,  formado por menos de una docena de miembros que administraban directamente el Internado y el Internado en si, que en ese año habìa llegado a 180 niñas.

Al frente del consejo estaba nuestra Princesa. Fue ella la que empezò la pesada tarea de legislar la relaciòn que habrìa entre tutora y pupila. Hasta donde podìa llegar la tutora, los derechos de la pupila, de los cuales ella debìa estar informada siempre. La relaciòn de la Princesa con su primera pupila influenciò muchas de estas leyes, pero eso es otra historia. Basta decir que en su vida, que terminò en l.923 la Princesa tuvo dos pupilas, tan diferentes la una de la otra como la luna y el sol, siendo necesario reconocer que la segunda pupila tuvo tambièn una gran influencia en el Còdigo. 

En 1.914 habìa empezado la primera guerra mundial, tormenta de fuego, hierro y muerte que durarìa hasta 1.918. En cuatro años, monarquìas de cientos de años de antigüedad desaparecieron, una forma de vida de habìa empezado al terminar el perìodo napoleònico casi cien años atràs fue borrada de historia sin quedar apenas si rastro. Si uno ve una fotografìa de personas del año 12 con las del año 23 pareciera que han pasado cien años de historia, no un poco màs de diez. De la muerte de nuestra Dama fundadora a la del año de la desapariciòn de nuestra dulce Princesa el mundo cambiò tanto que a la gente de esa època les parecìa haber vivido varias vidas en vez de una.

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