“Una señorita no se rìe asì!” le decìa su sinodal mientras le daba de nalgadas con un ritmo constante, “una señorita se rie con gracia, no como una mula con tos!”. Sentada sobre las rodillas de su sinodal, desnuda de la cintura para abajo, con sus nalgas al alcance de la mano derecha de su guardiana, Molly lloraba suavemente mientras era castigada. Cuando esto pasaba, Molly se metìa el pulgar en su boca formando un tierno puchero. Su sinodal se detenìa, miraba a Molly que estaba obligada a devolverle la mirada y con el dedo cual reprobatorio puntero regañaba a Molly y la obligaba a repetir el motivo del castigo. Hipando, la pobre Molly repetìa:”me està pegando porque no me rìo como una señorita”. Y el castigo continuaba. Marg procuraba no nalguearla muy fuerte, pues era conciente que ella no lo hacìa a propòsito, pero lo hacìa porque consideraba que era una costumbre detestable que iba contra toda urbanidad. Y a ella le imoportaba Molly, le habìa llegado a tomar cariño, queria lo mejor para ella. Aùn asi, cuando terminaba las nalgas de Molly estaban rojas y lloraba como una magdalena. La bañaba a continuaciòn, advirtièndole que donde la volvìa a oìr reirse asì de nuevo esta tunda no serìa nada a lado de la que recibirìa.
Molly querìa a Marg, su Marg la llamaba. Nunca la castigaba a menos que no hubiera màs remedio, aunque la regañaba todo el tiempo. Pero nunca alzaba la voz y mientras lo hacìa, la acicalaba arregalando un mil detalles que solo una mujer ve y al dejarla para que oiga clase o en la gimnasia o en la nataciòn, ponia su mano sobre su mejilla y le decìa:”se buena pequeña, ¿si?.” Molly era alta para su edad y robusta, cualquier otra sinodal hubiera tenido problemas para manejarla, pero no Marg, con su metro ochenta i cinco y su sòlida humanidad. Cuando era de meterla al baño, la cargaba sin problemas y la maniobraba como una muñeca. Los domingos la masajeaba con energìa bañàndola en aceite y frotándola con vigor. La afeitaba con cuidado y era inflexible en la depilaciòn, por mucho que se quejara Molly. Dejaba sin rastros de vello todo su cuerpo, hasta el surco dorsal. Molly se avergonzaba cuando abría sus nalgas para revisarla, pero no sentia desagrado. Luego la cargaba desnuda hasta la cama, donde la vestìa para el servicio.
El servicio era como se conocìa la cena del domingo. Todo el personal del Interando, exepto el servcio comìan juntos. Para esa ocasión todo el Interando se vestìa con traje formal, en vez de los uniformes de diario. Comùnmente la madre superiora o la inspectora general pronunciaba un discurso que trataba de temas de interès general, lo normal en una instituciòn asi. Se le consideraba un acto solemne y se esperaba absoluta correciòn y atenciòn de las alumnas. Asì que Marg se esmeraba en que quedara implecable, cuidando que hasta el ùltimo botòn y lazo estèn donde deben estar. Era en ese el ùnico momento cuando Marg bajaba sus defensas, al terminar hacìa girar a Molly y vièndola tiernamente le decìa:”estàs hecha una belleza, señorita.”. Entonces Molly se daba cuenta que esa mujer la querìa y que ella querìa a esa mujer. Ambas por algunos segundos, se quedaban viendo sonrientes, satisfechas la una de la otra. Entonces Marg se acordaba de su lugar y apurando a Molly le decìa:”comportada señorita, Ay donde la veo conversando! La quiero atenta a la oradora, sino ya verà lo que pasa cuando regresemos.” pero Molly seguìa sonriendo y vièndola con adoraciòn, la conocìa y sabìa que esos regaños eran parte del libreto.
Cuando sentada fuera de la sala de matemáticas Marg escuchó que habría una pasada especial para una sola donante, cayó en cuenta lo importante que debía ser esta. Así que rompiendo al menos unos seis reglamentos entró sin llamar al salón donde estaba Molly, ignoró la mirada atónita de la profesora de matemáticas y se la llevó sin mayor explicación. En el cuarto la desnudó a toda prisa y le puso la bata transparente de presentación la peinó, le pintó lo labios de un rojo intenso y perfumándola casi sobre la marcha terminó de agarrar al vuelo unas zapatillas rojas para llevarla casi a volandas al ala de pasadas. Mientras la conducía, le explicaba que iba a ser presentada a una sola dama, “pero esta es muy importante, así que señorita vas a mostrar lo bueno que hay en ti, ¿ok
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