Esa noche, después de acostar a Molly, Marg acudió a la oficina de la madre superiora. Tendría una reunión con la armera, reunión que ella había solicitado. La directora después de felicitarla por el
magnífico trabajo que había hecho con la niña, le comentó que la armera habia hecho una donación gigantesca, tan grande que la vida del Internado quedaba asegurada. Como todas las funcionarias del instituto, a Marg le habían llegado los rumores de la desesperada situación económica por la que atravesaba la institución, esto y las tremenda situación del país, las había llenado de inquietud. Si el internado cerraba ¿qué seria de ellas?. A Marg, que había encontrado su lugar en la vida, la posibilidad la llenaba de terror. Al oir la nueva buena, casi se echa a llorar. “Dos veces en un día, oh señor, me estoy volviendo vieja”. La armera llegó en ese momento.
La directora las hizo pasar al salón de reuniones, donde ambas se sentaron una a lado de la otra. Luego de las formalidades de rigor, la madre superiora se retiró. Marg empezó ha hablar casi de inmedidato: primero, le agradeció haber escogido a Molly y sumando, al hecho que se había enterado de la contribución enorme que habia hecho al Internado, le hacía provocar besarle los pies. Claro, cotinuó enseguida, no sería muy decoroso, pero le aseguró que en espíritu, se encontraba postrada ante ella. Luego, le dijo, deseaba que no la considerara un obstáculo en sus relaciones con Molly, sino una aliada. Su deber, le dijo, era de que Molly llenara todas sus espectativas, por lo que le rogaba le permitiera aconsejarla en ciertas cosas.
La armera parpadeaba asimilando la información. Que esta impresionante mujer la tratara de esa forma, demostraba que Molly le importaba. ¿eso era bueno o malo?. Finalmente se dijo a si misma que parecía sincera. Así que la cortó, preguntándole directamente a donde quería llegar. Marg agradeció que le permitiera ir al grano, así que le preguntó si alguna vez había castigado con nalgadas a alguien. La armera respondió con una negación de la cabeza. Le preguntó que que pasaría si tenía que castigar a Molly a lo que ella respondió bajando la mirada durante un largo tiempo. Luego respondió:”no sabría hacerlo, nunca lo he hecho. ¿me enseñaría como?”. Satisfecha, cruzando las piernas le dijo que para eso es que estaba allí. No solo debía enseñarle eso, debía enseñarle a bañarla, masajearla, depilarla. Debería explicarle que debía comer y que no. Cuales eran los miedos de Molly, que disparaba sus taras.
Le explicó que ella tambien debía someterse a ciertos arreglos cosmeticos, como la elminación en lo más posible del vello corporal. Todo esto tenía como finalidad que Molly y ella terminen haciendo el amor de tal forma que esto les proporcione felicidad y no conflictos. Le dijo que de allí en adelante lo ideal era que ella tomara las riendas de la vida de Molly lo más posible, pero de forma gradual e inteligente. La invitó el fin de semana a pasar el domingo con ellas, dentro de dos días. Ella le preguntó que porque no antes, “el Interando tiene reglas”, le respondió, “si se apega a ellas, verá que al final ud. ganará y lo más importante, ganará Molly”. Nuevamente ella bajó la vista, pensando su respueta. Unos minutos después dijo: “acepto”.
Asì que como convino con Marg, apareciò en el ala del dormitorio respectivo a las ocho de la mañana del domingo. Marg ya estaba esperàndola, con un pantalòn de franela gris y un suéter blanco flojo. Se habìa soltado el pelo y se la veìa extraodinariamente joven y vigorosa. La armero envidiò ese cuerpo maciso, donde no parecìa haber un gramo de grasa. Como siempre se habìa vestido con sus acostumbrados vestidos de falda larga, blusas cerradas y colores oscuros, tal como su madre se vestìa y le habìa enseñado a vestirse. Marg resoplò y le dijo:”suponìa que vendrìa vestida asì, asi que le separè esta ropa para que se la ponga.” y le entregò un juego de pantalòn de franela y un sueter como el que cargaba. Ella mirò la ropa, luego a Marg y agachò la cabeza. Marg se adelantò y tomàndola por la barbilla suavemente la obigò a mirarla:”ud y Molly seràn las beneficiadas, ¿ok?”. La mirò un rato y luego, tomando la ropa, asintiò.
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