La sinodales respiraron y en susurros, como acostumbraban, lamentaban que esa no fuera la actitud permanente de sus traviesas. Ambas habían dado temerosas el informe a la inspectora general, que pidió que llevan a las niñas a la oficina de la madre superiora. Esta, alarmada primero, más tranquila
después al confirmas que las niñas estaban bien, haciendo salir a estas primero, procedió a regañar a sus subordinadas con fuerza. Ambas esperaban en cualquier momento que ella tomara la correa, pero no, les dijo que se les descontaría del sueldo todo los suministros médicos que se habían gastado en la curación de las chicas y regañándolas aún más, finalmente las despidió. Ambas tomaron a sus protegidas de la mano y durante unos momentos pensaron que no sería tan malo un segundo castigo.
Fue allí, sentadas quietecitas en ese banco que estaba al pie de un largo rosal, que oyeron la conversación que las turbaría y exitaría por el resto del año. Justo del otro lado del rosal, que tenía un metro y medio de ancho y que era frondoso y cargado de flores amarillas, se pararon a charlar dos chicas del año superior. Tatiana y Olga habían estado tan calladas que ellas no se dieron cuenta que era escuchadas:”me encanta del departamento que tiene en París, desde allí se ve la torre Eifel, ¿sabes que ahora le han puesto una hilera de bombillas por sus cuatro vigas principales y que las encienden de noche? Oh Dasha, vieras lo maravilloso que es verla encendida de noche!. Tiene una gran mesa, ahí es donde me echa de espaldas y me hace subir y abrir las piernas. Dasha, me devora, te lo juro! Lame, chupa, muerde, Estoy llena de chupones de ella!, pero es maravilloso, pareciera que no se cansara nunca, me hace acabar y acabar de tal forma que creo que voy a morir!”
A este relato, la segunda chica se reía con una risa cortita y aguda, mientras la primera le seguía contando:”y me compra todo lo que quiero, por supuesto procuro no abusar, pero si le pido un sombrero me compra tres, si le pido una sombrilla me trae seis!, no es mi cullpa Dasha. Y yo la adoro, es buenísima, la segunda semana que llegué arruine un vestido carísimo por salir como loca del carro, me enganche en una agarradera y lo rompí, creí que me castigaría allí mismo, ¿sabes lo que hizo?, fuimos a comprar otro y me hizo cambiar en el carro. Mientras me cambiaba me tomó de la cintura y me dio unos tiernos cachetes en la nalga, mientras me decía que si volvía a dañar ropa me daría más fuerte. Por supuesto yo me quejé, hice pucheros y todo, le pedí perdón y la besé, ella se olvido del asunto, en la cena me preguntó si me había dolido mucho, yo por supuesto le dije que estaba bien, que era mi dueña y que si quería podía comerme, eso la hizo reír. Esa noche me curó, qué no se, pero me curó y me engrió toda la noche, mientras me acariciaba. Oh, Dasha, es maravillosa, no se cuando me iré por fin con ella para olvidarme del ogro de mi sinodal!”.
La chica apelada dejó escuchar por fin su voz:”!Ten paciencia, querida Mila!, pronto nos iremos, solo nos faltan menos de dos años. Yo también muero por irme con Dafnee, es una mujer increíble, tan bella, tan elegante, tan paciente conmigo. Pero debo decirte que ella si es estricta, claro que lo que a mi me pasó no es nada comparado contigo. Como te conté, me perdí en el mercado de Milán casi por diez minutos, estaba al borde de la desesperación cuando ella me encontró. Dios mío, la cara que tenía!, estaba color de papel, cuando nos encontramos nos abrazamos y ella me consolaba, pero cuando llegamos a la casa me llevó al dormtiorio y desvistiéndome, dejándome de la cintura para abajo desnuda, me nalgueó con fuerza. Me hizo llorar, aunque me daba cuenta que no estaba enojada, me castigaba para asegurarse que nunca más me separe de ella. Y por dios que así lo he hecho”
Ambas se quedaron calladas un rato, entonces Mila preguntó:”Como te lo hace?” Dasha se río con fuerza y resondió:”le gusta la cama, no es muy aventurera. Eso si, me desnuda toda y me acaricia desde la punta del pie hasta la coronilla!, gusta de chupar mis senos, estos le gustan mucho, me aprieta las nalgas y me da nalgadas de amor, acaricia y chupa tu ya sabes que. Ella no se desviste, se queda con el corsé y los calzones. No sé porqué, pero no me toca preguntar. La noche que me desvirgó yo intenté desvestirla toda pero me dijo que no, que quizá mas adelante, no se porque es asi porque nos bañamos juntas y nos vestimos y todo, y allí ella se desnuda sin problemas, pero en la cama quiere permanecer medio vestida. Le gusta follarme con los dedos, adelante con dos y...” en ese punto Dasha se cayó, riendo como tonta. “Vamos querida”, le insistió Mila, “yo te lo cuento todo, cuéntame!”
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