Había pasado del pánico a considerar agradable un comentario íntimo sobre su cuerpo. “Nadie me ha dicho nunca nada semejante, este diablillo es la primera, pero, imagino que con ella habrán miles de primeras veces”. Molly la estaba ayundando a ponerse la camisa y luego hizo intento de desabotonarle la falda, entonces ella le tomó la mano y le dijo que no, que ella se quitaría eso sola, a lo cual Molly haciendo un puchero le respondió que no, que se suponía que ella tenía que servirla, para eso, le explicó, era su pupila. Así que para borrar esa cara triste, se dejó, mientras Molly le explicaba que uno de los deberes de la pupila era asistir a su dueña en la recámara, así como ella debía esperar a su dueña para que la vistiera, a menos que la dueña le ordenara vestirse sola, lo cual le recordaba que comúnmente…. Mientras Molly con su parloteo la arrullaba en estado de contemplación, nuevamente sintió como su larga falda cayó, seguida del forro o falda interior tan larga como la anterior para después la acompañara la enagua, prenda que el llega a las rodillas. Entonces, con horror, sintió que Molly le destaba los lazos que sosotenían sus calzones, gruesa prenda que le llegaba un poco más arriba de las rodillas.
Nuevamente, intentó detener a Molly, pero esta levantándose le explicó que los pantalones de franela se usaban sin interior. La armera replicó que no, que ella los usaría con interior, a lo cual Molly haciendo el más espectacular de los puchero mientras ponía sus manos atrás y le lanzaba la mirada de cachorro abandonado mas trágica que había visto respondió:”¿no confía en mi?”. Fue demasiado para la armera, que aunque consciente que esa ninfa descarada estaba manipulándola, no tenia las fuerzas para resistirse. Así que se dejó desnudar, viendo como arrodillada Molly esperaba que alzara un pie y luego otro para eliminar la prenda, entonces, vio como con la sonrisa más pícara que ese bello rostro podía producir le daba más que un vistazo a su vagina. Fue unos segundos, pero Molly pareció asentir satisfecha y levantádose rapidamente tomó para alcanzarle los pantalones de franela. La armera los tomó y le dijo:”ok, pequeño lucifer, yo puedo sola”, así que se los puso y de repente se dio cuenta que Molly se había movido y le estaba mirando el trasero. Subiéndoselos de golpe, giró y enfrentó a la fisgona con ojos entrecerrados y esta, pescada infraganti, se río con un risita malévola mientras se mordía la punta del pulgar.
En ese momento Marg asomó su cabeza en la puerta y viendo la singular escena preguntó:”¿Todo bien allí?” a lo que la armera después de cerrar los ojos un par de segundos dijo:”si, todo bien”. Marg entonces de dijo que desnudara a Molly, que ni bien oyó la orden se acercó dando saltitos para ponerse frente a su tutora, con la sonrisa más llena de felicidad que uno se puede imaginar. La armera se la quedó viendo unos instantes, le arregló su roja cabellera y le preguntó si no le daba vergüenza que la desvistiera, Molly dijo que por supuesto, pero a pesar de esto ahora ya no importaba, ahora ella era su ama (mistress), ahora le pertenecía y podía ver y hacer con ella lo que quisiera. Mientras lo decía, a pesar de que era una descarada, el pudor pudo con ella y empezó a bajar la voz y a sonrojarse. La armera se dijo que cada segundo se iban enamorando más de esa mujer, “creo que ya la amo”, pensó.
Disfrutó desvistiéndola, desenvolviendo con cuidado ese regalo maravilloso. Admiró sus senos, grandes y firmes, con una aureola de café claro y el pezón pequeño, casi escondido. Admiró su vientre, deliciosamente combado, su profundo ombligo. Mientras se arrodillaba para desnudarla de cintura para abajo, pudo observar su vagina, clara y bien formada. No pudo en contenerse en tocarla, con el dorso de los dedos, delicadamente. Molly pegó un respingo y cuando la armera miró a verla, tenía la boca ligeramente abierta. La hizo girar, apareciendo ante su vista los dos orbes más rotundos y bellos imaginables. No pudo aguantar y dió un ligero beso a cada uno de ellos. Se puso de pie y tomándola de la mano, la introdujo al baño, done Marg esperaba con paciencia sentada al filo de una bañera.
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