viernes, 4 de noviembre de 2016


La armera había cargado a Molly sin dificultad, a pesar de la solides de esta; aunque era delgada no había sido nunca débil ni le había asustado la actividad física. La colocó con cuidado sobre la cama mientras la acariciaba brazos y piernas con ternura. La muchacha había empezado a respirar con fuerza y nuevamente tenía un rostro afiebrado, el baño solo la había contenido momentáneamente. Entonces la armera no pudo más: tomó a Molly por los hombros e irguiéndola, la atrajo hacia si, empezándola a besar con toda la pasión que había contenido. Jaló y chupó los labios de Molly y por primera vez, practico introducir su lengua en la boca de otra persona. Lo hizo con suavidad, recordando la primera regla que había aceptado respetar: “lento, muy lento”-

Molly había escuchado a las muchachas hablar del beso francés así que tenia una idea de como funcionaba esto. En el Internado a pesar del estricto control que se tenía sobre las alumnas, estas interactuaban entre ellas en abundancia, pues las primeras en agotarse de tanto seguimiento eran las sinodales, por lo que era normal que en los dos recreos de 20 minutos que tenían además de la hora libre después del almuerzo, amén de los sábados de tarde y las reuniones de la noche del sábado, las sinodales se conformaran con no perder de vista a sus pupilas, mientras estas hacían y deshacían a su voluntad. Y el principal tema de conversación de las chicas era el sexo, las que ya tenían tutoras susurraban intimidades que eran repetidas por las que aún no las tenían. El beso francés y otros besos habían sido exhaustivamente tratados en esas reuniones.
 
Así que intentó responder a esto acariciando con la suya la lengua invasora. La sensación fue eléctrica, además que el intercambio de saliva, acto que en teoría resultaba desagradable, resultó ser sencillamente delicioso. Cuando ambos se separaron para respirar, hilillos de baba unían sus labios. Se limpiaro, riéndose como tontas. Entonces Molly obaservó como la armera, que la tenía con el brazo derecho sujeta por la espalda, acercabase dos dedos, indice y medio, a la boca y sin escupri, vertía una generosa cantidad de saliva sobre sus yemas. Acto seguido movió la mano hacia abajo: Molly sabía perfectamente a donde se dirigía. Abrió instintivamente las piernas, dando facilidad a la mano intrusa, para luego de un momento sentir que esos dedos cual ariete abrian sus labios mayores buscando esa parte de su cuerpo que hasta ese entonces lo único que había hecho era esperar. Sintió una descarga de energía que la consumía cuando su clítoris empezó a ser acariciado por los lubricados falos. 

Para la armera este acto fue la segunda audacia que realizaba en ese momento, su quinta o sexta primera vez en menos de una hora. Alguna vez, una de las primeras mujeres que contrató para que la masturben le pidió que se sacara los calzones, pues en un principio solo se dejaba acariciar encima de estos, para hacer el trabajo más fácil. Fue a ella quien vio hacer la operación de mojarse los dedos con saliva, que aunque en un principio le provocó rechazo, recordó que su padre siempre le decía que la saliva era una de las cosas más limpias del hombre y le enseñó a chuparse las heridas. En esa ocasión descubrió que era más comodo ser acariciada así, así que ese  refinamiento erótico, uno de los pocos que conocía junto al beso con lengua, fue una de las pocas cosas que pudo aportar a ese memorable encuentro. 

Lento, todo lento, se repetía la armera mientras acariciaba a su amor. Molly se movía, buscando y huyendo de la mano torturadora. Cuando se atrevió a ver a su dueña a los ojos, lo que vio la conmovió profundametne, una mirada que no había visto antes o quizá si la había visto, pero no en forma tan intensa. “Me ama, esta mujer me ama”, se dio cuenta al verla, entonces, demasiado excitada por la presencia constante de su amante, por la presencia de la otra mujer que era su edipo,
por los tocamientos de una y los comentarios de la otra, excitada en fin por ser tratada como un objeto sensual y un bello sujeto, tuvo el primer orgasmo profundo de su vida. 

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