martes, 8 de noviembre de 2016

Mientras el Internado americano lograba estabilidad, el europeo pasaba por una crisis tras otra. Se habìa perdido para el mundo occidental el Imperio Ruso, que tenìa ahora el extraño nombre de Uniòn de Repùblicas Socialistas Sovièticas. A la abogada, este nombre le sonaba a compañìa naviera, por lo que, junto a medio humanidad, se negaba a usarlo. Para ella seguirìa siempre siendo Rusia, sus habitantes, sean ucranianos, georgianos, armenios, chechenes, crimeanos, kazakos, etc. serian siempre siendo simplemente rusos. Y de estos estaba repleta Europa, rusos blancos los llamaban, eran antiguos nobles, industriales, terratenientes, burócratas a los cuales la revolución de 1.917 les habìa arrebatado todo. Estaban en la indigencia, pero aùn conservaban los genes de generaciones de vida privilegiada por que su prole, en especial sus hijas, eran unas bellezas. 

Muchas de ellas se entregaron a la prostitución, única forma por la cual podrìan sobrevivir, ya que en esa época las mujeres tenìan cuatro alternativas en su vida: esposa y madre, religiosa, solterona que vivía bajo la sombra de algún pariente compasivo y prostituta. Ante tales limitadas posibilidades muchas evitaban la depresiva idea de unirse a un hombre inferior que las arrastre a una vorágine de descenso social, preferían la pobreza digna de la monja o la independencia de una meretriz. Y algunas afortunadas tuvieron  la visita de una de las agentes del Internado. 

Asì, a mediados de la dècada de los treinta, el Internado europeo estaba repleto de rostros eslavos. Bellezas altìsimas rubias, ojos claros y de piel pálida caminaban por sus corredores en medio de risas y chistes. Estas habìan sido entregadas bajo legal tutelaje a la institución, que las adquiría con el ùnico compromiso de colocarlas como protegidas de damas de buena posición económica. Costo de adquisiciòn de las chicas: cero. Educadas para que sean perfectas sumisas, también se les instruía sobre sus derechos: nunca harìan labor domèstica aunque se les enseñaba a cocinar, siempre tendrìan un armario con ropa del año aunque se les enseñaba a cocer y tejer, nunca trabajarían para mantenerse aunque se las acostumbraba a levantarse con el sol y a estar ocupadas todo el dìa hasta acostarse.

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